La crisis, a pesar de haber sido siempre estigmatizada negativamente, es lo que nos permite cambiar de rumbo en nuestras vidas.
***NOTA*** En todos mis artículos usaré el masculino y femenino indistintamente con ánimo de ser inclusiva. Además, los textos también van dirigidos a personas no binarias.
La crisis nos abre un sinfín de nuevas puertas que atravesar, sólo hay que encontrarlas y abrirlas para elegir cuál queremos que sea la nuestra.
Igual ya has oído hablar de «El Síndrome de la Rana Hervida» del que Olivier Clerc hablaba en su libro de autoayuda. Por si a caso no lo conocieras, me gustaría explicarte de qué se trata. Dicen (otros lo contradicen, pero lo que nos importa es la metáfora) que si metes a una rana en un recipiente de agua fría y vas subiendo la temperatura poco a poco hasta que el agua está hirviendo, ésta no sale del recipiente porque no se da cuenta de que se está cociendo. Sus mecanismos de termorregulación impiden que se dé esta consciencia y la rana muere.
Sin embargo, si subiéramos la temperatura de un modo brusco, la rana saltaría y se salvaría.
A los humanos nos pasan estas cosas pero no precisamente con el agua caliente.
Es posible que te estés constantemente adaptando a una situación que no gusta. Adaptando y aguantando sin realmente «tomar cartas sobre el asunto» y que lentamente te estés cociendo.
La subida de temperatura repentina o la consciencia de que te estás quemando…¡eso es la crisis! ¿Sigues pensando que es algo negativo?
Las crisis te obligan a salir de tu zona de confort.
Las crisis son normativas. Esto quiere decir que están presentes en todos nosotros a lo largo de nuestra vida.
Lo primero que te recomiendo hacer cuando detectes que hay una crisis es mirarla con ojos desafío más que como una amenaza.
Aunque es cierto que como todo, la superación de la crisis es un proceso en el que no siempre verás las cosas tan claras.
En primer lugar, cuando tomas consciencia de la crisis, lo primero que sientes es un impacto, un golpe o shock. Es normal que tengas emociones como el miedo o la rabia y que no veas las cosas con claridad.
En una segunda fase lo más seguro es que sientas que tu vida se desorganiza, que te cuesta pensar. Es posible que experimentes un retroceso y síntomas como el insomnio, poca concentración, ansiedad o incluso que tires de mecanismos de defensa que no sean sanos: conductas destructivas y abusos de todo tipo, etc.
Llegado este momento, tu enfoque de la crisis puede tomar dos vías:
Resolución y adaptación a la nueva situación. Es decir, has buscado las puertas y has elegido por cual seguir. Has hecho tu duelo (si quieres saber más sobre el duelo visita este artículo) siendo capaz de despedirte de lo que «te estaba cociendo» y del resto de las posibilidades que no se ajustaban tanto a lo que querías aunque fueran atractivas y has decidido reconstruir tu vida, creciendo y madurando, aprendiendo y adquiriendo todavía más herramientas para tu vida.
También puedes retirarte y no afrontar la crisis. Es decir, no aceptar los cambios porque quieres seguir como siempre, aunque el precio sea vivir con estrés crónico y depresión. Supongo que a la rana le daría mucha pereza salir del recipiente con agua caliente. No estás dispuesto a pasar por un duelo y niegas lo obvio. Quizá tengas miedo a perder algo si afrontas lo que viene. El resultado es una vida insatisfecha, acabarás cocida.
Es normal que en todo el proceso sufras angustia, miedo, rabia, tristeza e incluso vergüenza hasta llegar a solucionar.
Es importante saber «dejar ir» para comenzar un nuevo camino.
Un ejemplo de crisis lo encontramos en la pareja. Cuando no son identificadas (la rana adaptada al agua hirviendo), parece que todo va bien desde fuera, sin embargo, los integrantes de la pareja llegan a un punto en el que se cuecen ¿Y qué ocurre? que ya te cansaste demasiado como para solucionar tu matrimonio «estoy muy quemado», que buscas una vía de escape y apenas pasa por casa (el trabajo es una excusa estupenda, por ejemplo) o incluso que encuentras a una tercera persona que palia tu desesperación, entre otras.
Acude a terapia de pareja antes de que estéis cocidos.
Otras crisis pueden ser existenciales, laborales, de la edad, de todo lo que se te ocurra.
Lo importante es captarlas y abordarlas.
¿Te atreves a hacerlo de la mano de una profesional?
Sabes que estoy encantada de atenderte.
¿Y cómo se afronta una crisis?
¡Consulta el siguiente artículo!