El Duelo normativo y complicado: cuándo deben saltar las alarmas y qué hacer

El duelo es un proceso que nos sucede a todos y a menudo. Lo sano es poder transitar sus fases y hacerlo acompañado. En ocasiones, este proceso se frena en alguna de sus fases y se complica.

***NOTA*** En todos mis textos usaré el masculino y femenino indistintamente con ánimo de ser inclusiva sin que se dificulte la lectura

¿Sabéis cómo atrapan a los monos en Indonesia? Ponen una naranja en una calabaza, el mono mete la mano y la coge. Cuando intenta sacar la mano, no puede hacerlo, a no ser que suelte la naranja. El que se aferra a la fruta es cazado, el que logra «dejarla ir» seguirá disfrutando de su libertad.

Así de simple y así de complicado.

Simple porque parece obvio que no vale la pena aferrarse a algo cuando la consecuencia es vivir toda la vida encarcelado.

Complejo porque algo importante tiene que pasarle al mono por la cabeza para que no quiera desprenderse de su objeto a pesar de ver cómo el cazador se acerca.

Hay veces que te quedas atado a ello y existen muchos motivos para que esto suceda.

Puede que te sientas culpable si “abandonas el luto” (ya lo dice el refrán: «El muerto al hoyo y el vivo al bollo” con un tono bastante despectivo). En ocasiones simplemente te niegas a admitir lo sucedido. En otras situaciones, prefieres ignorar el dolor, la tristeza, así que sigues con tu vida como si nada hubiera pasado.

Nos han enseñado a ganar, pero no nos han entrenado para perder.

Si todavía no te has leído este artículo sobre el concepto de duelo, te lo recomiendo encarecidamente que lo hagas. Te hará más sentido lo que viene a continuación.

Veamos con mayor profundidad cuáles son las fases del duelo según Bowlby y los objetivos y tareas necesarias para atravesarlas con éxito:

  1. Fase de aturdimiento y embotamiento

Estás aparentemente calmada, pero tienes momentos de estallidos de ira, ataques de pánico o incluso reacciones violentas.

El objetivo de la terapia sería el de paliar el impacto y la tarea sería la de manejar los aspectos traumáticos de la pérdida.

Si te quedas en esta fase, sufrirás lo que se llama “duelo traumático”.

  1. Fase de anhelo de la figura perdida

En este momento evitas y niegas la pérdida. No quieres aceptar que lo que has perdido no va a volver. Te sientes enfadado. La ira mueve, la tristeza paraliza. Estás diseñado para recuperar y esta ira es muy útil para luchar por lo que realmente puedes volver a tener. Pero en muchas ocasiones esto es imposible.

Si te quedas aquí, rechazando la realidad, vivirás un “duelo evitativo” o ausente, congelado. Sentirás de una manera crónica tristeza, inquietud e insomnio. Buscarás lo perdido en “señales que la vida te manda”, tendrás pensamientos obsesivos y seguirás buscando incesantemente lo que ya está perdido. Creerás que dejar de pensar en ello significará que el vínculo ha desaparecido permanentemente, por lo que entrarás en lo que Begoña Aznárez llama el “bucle de reivindicación”.

La tarea en esta fase es la de trabajar las distorsiones de este pensamiento aumentando a la vez la tolerancia al dolor que produce la triste realidad. Disolver los mecanismos de defensa que no te permite avanzar.

La ira prolongada más de dos semanas puede ser una voz de alarma para pedir ayuda.

  1. Fase de desorganización y desesperanza

En esta fase te das cuenta de que la incesante búsqueda ya no tiene sentido y no te permite seguir avanzando en tu vida. Poco a poco irás aceptando la pérdida permanente. Comprenderás que lo que has estado haciendo en las anteriores fases no es adaptativo.

Esta fase dura unos meses y seguramente te sientas apática y depresiva. Puedes también sentir culpa. Si sientes que esta fase se prolonga más de lo normal, pide ayuda.

El objetivo es dotar de significado emocional y cognitivo a la pérdida y la tarea es trabajar con los aspectos relacionales de la misma. No solamente elaborar que la persona o lo perdido no va a volver, sino qué repercusiones tiene él vínculo que ya no está: el paso de esposa a viuda, de trabajador a jubilado, de pareja a padres, etc.

Si te detienes aquí tendrás lo que se conoce como duelo crónico y tus emociones se transformarán en tristeza crónica, excesiva autocompasión y sensación de víctima. Puede que realices acciones rígidas como obligaciones necesarias para no conectar del todo con el “para siempre”.

  1. Fase de reorganización

En esta fase resignificas la pérdida, adoptas nuevos roles y redefines tu nuevo yo.

En este momento, desarticulas antiguas creencias que han dejado de ser adaptativas, tu escala de valores cambia.

La tarea necesaria para atravesar esta fase con éxito es la de sustituir viejos esquemas por otros y la resignificación emocional de la pérdida.

¿Cómo es posible que algunas personas logren superar los duelos y otras parecen quedarse atrapadas?

Existen obstáculos externos e internos que influyen en la fluidez del proceso.

Los duelos desautorizados y los duelos en soledad serían complicaciones en los que la causa principal se encuentra fuera de la persona. Que el vínculo con el objeto (persona, cosa, cualidad, etc.) no sea reconocido o que la persona no tenga suficiente apoyo afecta de manera considerable al doliente. Si quieres saber algo más sobre esto, asómate por mi otro artículo.

Pero también encontramos factores de riesgo situados en la personalidad de la persona.

Wolfberg, Ekboir, Faiman, Finzi, Freedman, Heath y Martínez de Cipolatti en su artículo “El duelo y la depresión desde la teoría del apego” establecieron los siguientes:

  • Personas con apego inseguro de tipo ansioso/ambivalente. Personas con ansiedad de separación, con tendencia a sentirse abandonadas o rechazadas. Estas personas tienen más tendencia a sentirse con sensaciones de culpa, depresión, ansiedad, anhelo prolongado y trastornos psicosomáticos.
  • Personas que tienen tendencia a cuidar compulsivamente de otras. Brindan los cuidados que quizá ellos necesitarían para sí mismos. Suelen buscar un vínculo intenso y ansioso con otras personas, a las que continuarán cuidando.
  • Los “autosuficientes”, que no necesitan a nadie para superar sus problemas ni quieren molestar. Aquellos que creen que no necesitan vínculos para vivir.

¿Qué puedes hacer para que el duelo progrese?

  1. Permítete sentir, no te juzgues por ello. Entiende que la tristeza, la ira y el miedo son normales en este proceso.
  2. Date tiempo. El duelo es un proceso que dura meses, cuando estudiaba la carrera, los libros estimaban 2 años si todo iba bien. Pero obviamente depende mucho del tipo de pérdida.
  3. Comparte tus emociones y sentimientos con quien sepas que te escucha y te sostiene.
  4. No te creas la falacia de que sola puedes con todo.
  5. Haz rituales de despedida. Nos ayudan a asimilar la pérdida.
  6. Si el duelo se prolonga más de lo normal y te quedas estancada en una fase, pide ayuda.

Cierro este texto con el lema de la foto que aparece en la portada: «las lágrimas de hoy riegan el jardín del mañana».

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