El Concepto de Trauma

¿Cuántas veces usamos la palabra trauma durante nuestra vida?

¿Sabemos realmente de qué se trata?

Todos asociamos la palabra trauma a un evento que llega a la vida para destrozarla.

El trauma te rompe por dentro, te deja un vacío difícil de volver a llenar.

Existen dos tipos de trauma:

El más conocido por todos, el trauma simple o Trauma (con «T» mayúscula). Como si de martillo se tratara, rompe de un solo golpe la mente de la persona que lo sufre. La vivencia de un atraco, un accidente de tráfico o una catástrofe natural, serían ejemplos de este tipo de Trauma.

Pero existe otro tipo de trauma, llamado complejo o trauma (con «t» minúscula). Una gota de agua que golpea de un modo constante provocando una fractura en nuestro ser de la misma intensidad que el anterior. Eventos como el bullying, el abuso sexual repetido o las negligencias parentales aplastan la vida de las personas que lo han vivido.

Para que el Trauma y el trauma se den, son necesarios dos ingredientes.

Una situación emocionalmente intensa y dañina de la que no se puede escapar.

El silencio que acompaña a la vida de las personas que lo han sufrido que impide procesar todo lo ocurrido.

Ahora te invito a pensar en la infancia. Pase lo que pase en sus casas, los niños no pueden escapar. Necesitan vincularse a sus padres para poder sobrevivir y harán todo lo que puedan para poder hacerlo, incluido aceptar lo que un adulto sano nunca permitiría.

Los traumas se reexperimentan. Y no solo a través de los conocidos flashbacks. Hay situaciones que despiertan emociones intensas que quizá «no vengan a cuento». Porque el trauma no entiende matices, simplemente se activa, y punto.

Así, una persona que sufrió el autoritarismo de sus padres puede experimentar un problema con su jefe/a como algo insoportable, una persona que se sintió abandonada de niño, vivirá de adulto con miedo a ser rechazado y dejado.

¿Hay solución para todo esto?

La buena noticia es que sí. Hoy en día existen técnicas psicológicas como el EMDR o la Arteterapia que nos ayudan a desencapsular estos recuerdos y volver a procesarlos de un modo más sano, dar sentido. Se trata de dar voz a lo que lleva callado y censurado toda la vida. De recordar pero no de reexperimentar. De no volver a ser una marioneta movida por los hilos del trauma.

Todo ello acompañado de una persona que proporciona seguridad, aceptación, escucha y no juicio a todo el proceso. Por que las personas que han sufrido trauma necesitan ser mimadas, sostenidas y consoladas.

A lo largo de mi blog continuaré profundizando sobre el trauma, la disociación y tratamientos entre otros temas de interés.

Si te sientes identificad@, pide ayuda.

No estamos en esta vida para sobrevivir sino para vivir.

 

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